martes, 22 de noviembre de 2011

I don't need anymore.

La vida no ha querido ser buena conmigo, la felicidad decidió abandonarme hace ya tiempo, y las lágrimas me empapan cada noche.
Cuando tengo frío ya no vuelvo a sentir calor, y cuando me siento sola no encuentro quien me acompañe.
Los días soleados ahora son siempre grises, y la alegría acaba por convertirse en tristeza.
No tengo el antídoto para mejorar, no he encontrado la cura para calmar las heridas y el dolor.
Sé que la felicidad no vendrá sola a por mi, ni si quiera cuando la busque.
Vosotros, y sólo vosotros habéis conseguido quitarme la angustia cuando me ahogaba con cada pensamiento, no sois el antídoto ni la cura. No necesitáis serlo.
Tan sólo me hace falta sentiros, saber que estáis conmigo.
Nunca he creído en milagros por que no hay mejor milagro que teneros a mi lado.
Gracias por el simple hecho de ser y estar.

domingo, 20 de noviembre de 2011

No encuentro lo que busco.

Encuentro a alguien y todo es genial, todo es perfecto, todo es como yo quería. Y de repente, todo aquello se esfuma. Y entonces me doy cuenta de que no he encontrado nada. Le he encontrado a él, pero él no me ha encontrado a mi. Ojalá que quisiera lo que yo quiero. Siempre me pasa lo mismo. Sé que se olvidará de mi en poco tiempo, sé que ya no le importaré. Cuando me habla no le escucho, estoy demasiado preocupada en mirar lo increíble que es.
Y ahora solo quiero estar con el, ser con el. Pero jamás ocurrirá eso.
Y al final, no lo encuentro, no soy capaz de encontrar lo que busco.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Llorar de felicidad.

A lo largo de nuestras vidas nos ocurren miles de millones de cosas. En muchas ocasiones, estamos tristes. Y en otras muchas, felices. Lloramos de tristeza, nos deprimimos, queremos estar solos.
Con la felicidad pasa lo contrario. Hay quienes saltan, sonríen hasta que les duele la cara, e incluso sienten que vuelan. A mi me pasa eso. Sin embargo, otras muchas personas lloran. Lloran de alegría. Yo jamás había llorado de alegría. Pero por primera vez en mi vida, me sentí tan bien con una persona, el momento era tan perfecto, ella es tan perfecta. Aquella media hora fue lo más feliz que he tenido en mucho tiempo. Y al día siguiente, cuando me acordaba de ella, y leía su tablón. Lloré.
No lloré por que la echase de menos, esta vez no. Lloré de lo bonito que era todo, de lo bien que me había sentido con ella.
Ahora sé lo que es llorar de felicidad.